Miércoles, 24 de abril de 2024


Columna: Columna Invitada

“El libro como objeto transicional”

Jueves, 22 Abril 2021
  • Por:  alejandro hernández López/ Arte y Mester

Existe el  día de la amistad, el día de la madre, del padre, el día del compadre, el día  abuelo, el día del abogado, el día gris y nublado… Pero leer es más allá de que exista un día dedicado nacional o internacionalmente al libro. Mañana 23 de abril es el día internacional y la protección a la propiedad intelectual.

Leer es hacer.  Leer es volar. Leer es comunicarse con otro y soñar, imaginar, entretener, aprender, conocer… Leer es volver presente un pasado y, por lo tanto, se convierte en un viaje hacia el conocimiento y la verdad.

Recuerda Usted -Asertivo Lector- las palabras de peña nieto -al responder  la pregunta de tres libros que han marcado su vida- en la FIL de Guadalajara. O recuerda Usted a Vicente Fox diciéndole a una persona que si no sabía leer “entonces eres más feliz”. Y ambos dirigieron al país desde la presidencia. Recuerdo a peña nieto abatiendo la inseguridad, generando empleo sin poder dormir y creando teorías para el despegue de la economía. Pero incapaz de haber leído tres libros…  

En mi cercanía con las actividades de ejercicio y práctica de la lectura, a través de la Biblioteca Popular Ambulante, he aprendido que los libros no pueden ser una prolongación del discurso de la escuela. Los libros son -entre muchas cosas- “objetos transicionales”, es decir aquel objeto que actúa de intermediario entre el medio ambiente externo y el mundo interno del lector.

Fuimos aprendiendo de las lecturas y los maestros que debe quedar atrás aquello de repetir o subrayar "la idea principal", leer es participar de un diálogo entre un autor, un texto -verbal o no verbal- y un lector con todas sus experiencias, de motivaciones, de actitudes y de cuestionarse, de preguntarse en un contexto social y cultural diverso y cambiante.

Hace algunos años "saber leer y escribir" era una expresión que separaba a los que firmaban con una cruz, de aquellos que podían completar un formulario o acertar al autobús correcto. Con esta división entre lectores y no lectores, con la que aún se recolectan estadísticas, descansa en un concepto instrumental de alfabetización que dista mucho de tener lectores permanentes, miembros activos de la cultura escrita.

Gracias a la semiótica, la lingüística, la psicología, la pedagogía, la literatura y otras disciplinas, a sus hallazgos hoy sabemos que la lectura da pleno acceso al lenguaje como forma de pensamiento, de expresión y comunicación. 

Por eso el libro debe de ser un objeto de uso diario y doméstico. Un libro en el horizonte de sus páginas tiene la posibilidad de descifrarnos, construirnos, transformarnos… Leer y escribir dejan de ser lujos para las minorías ilustradas y se convierten en derechos fundamentales que garantizan las condiciones básicas del aprendizaje, de participación crítica y deliberante y de equidad de oportunidades.

Comprar un libro debería ser un acontecimiento tan importante como ir a comprar un juguete, porque el libro también lo es, con el añadido de que su contenido cultural es más extenso y sus posibilidades recreativas trascienden el ámbito del plástico.

Y no solamente adquirir el libro, sino explorar todas las oportunidades de comunicación y recreación que este ofrece, todas las alternativas que el libro tiene como objeto transicional. El libro -hemos aprendido por leer otras disciplinas- podría propiciar entonces un terreno de juego en el cual comienza la cultura, la ciencia, la recreación y comprensión de la vida, de esa lúdica incesante que debería ser la existencia. 

P.d. Las encuestas dicen: Hay muy pocos que leen mucho, y muchos, la gran mayoría, que no lee nada o casi nada de libros… y no se refieren a los políticos sino a nosotros. ¿Será verdad tú Netflix? 

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