Viernes, 29 de marzo de 2024


Columna: Columna Invitada

La peligrosa apuesta del presidente

Jueves, 15 Septiembre 2022
  • Por:  Omar Cepeda

La militarización en México ha provocado un intenso debate que ha enfrentado a las diversas fuerzas políticas, pero también a amplios sectores de la sociedad. Y no es para menos, ya que estamos ante una arriesgadísima apuesta por parte del presidente López Obrador. Ya lo había hecho Felipe Calderón, con resultados deplorables, pero ahora AMLO la está doblando.

Al presidente López Obrador no le gusta decir que se está militarizando el país, situación incomprensible, ya que está dejando en manos del Ejército una serie de responsabilidades por primera vez en la historia moderna: administración de aeropuertos y puertos, construcción de infraestructura destinada a turismo, negocios y al desarrollo social. A esto pretende sumar el adiestramiento de la Guardia Nacional a las Fuerzas Armadas, que por su propia naturaleza, debería estar a cargo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

Durante varias mañaneras, el presidente López Obrador ha buscado construir la narrativa de que es normal que en varias partes del mundo, las guardias nacionales dependen del Ejército. Lo que no dice, es que en México se está generando un vacío muy peligroso al eliminar al aparato policial-civil, sin ser sustituido. Este órgano es crucial para combatir al crimen organizado con resultados optimistas. Es aquí donde se encuentra la falla estructural del plan de la 4T.

En el caso de España, uno de los recurrentes ejemplos que el presidente menciona en las mañaneras, cuenta al mismo tiempo con unas estructuradas Fuerzas Armadas y una eficaz Policía Nacional (que en México ya no tenemos) dependiente del ministro del Interior. Sus funciones son “mantener y restablecer el orden, así como prevenir e investigar la comisión de actos delictivos”. Pero, sobre todo, “es un instituto armado de naturaleza civil que tiene como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana”. Es decir, la Policía Nacional es quien hace decomisos, trabajos de inteligencia, capturas de narcotraficantes e incautación de droga de cualquier tipo. Es un cuerpo civil entrenado para estar entre la sociedad.

El equivalente a la Policía Nacional de España en México, es la Guardia Nacional, pero resulta que quiere ser entrenada y supeditada al Ejército, además de que sea juzgada por cortes militares. Esto nos lleva a una extraña naturaleza dentro de nuestras instituciones de seguridad, contraviniendo toda lógica en aquellas sociedades que desarrollan instituciones civiles, por sobre las militares, en pro de construir democracias fuertes.

En el gobierno de Felipe Calderón, al igual que en el actual, han sido sistemáticas las quejas de los expertos de la ONU, en cuanto a la presencia del Ejército en las calles. Amnistía Internacional y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se sumaron a estas críticas. La CNDH, en los primeros cinco años del gobierno de Calderón, sumó 74 recomendaciones por el hallazgo de violaciones a los derechos humanos.

Según suscribe la RAE, militarizar es “infundir la disciplina o el espíritu militar”, “someter a la disciplina militar”, y/o “dar carácter u organización militar a una colectividad”. Es evidente cómo nos estamos acercando a esos conceptos, y sin sustento para darle más poder a las Fuerzas Amadas; al contrario, las cifras de homicidios han crecido durante el actual sexenio, así como la expansión de los cárteles.

La Iniciativa Global contra el crimen organizado trasnacional, con sede en Suiza, apunta en su Índice Global sobre Crimen Organizado que México es el cuarto país con mayor criminalidad, sólo detrás de la República Democrática del Congo, Colombia y Myanmar, en un comparativo que hacen entre 193 países. Estados Unidos está en el lugar 66, Brasil en el 22, Rusia en el 32, China en el 41, y Argentina en el 125, por citar algunos países.

Este índice divide en dos rubros sus comparativos: el mercado criminal y los actores criminales. En el primero agrupa elementos como el tráfico humano y de armas, crímenes contra la flora y la fauna, comercio de diversas drogas: cocaína, heroína, mariguana. En el segundo habla sobre el empoderamiento de grupos y redes criminales. Es justamente en estos dos últimos donde salimos peor librados con una calificación de 9 sobre 10, en cuanto a preponderancia de cárteles y su influencia tanto en México, como en el mundo.

¿Militarizar el país es la solución? Por lo pronto, y como parte del más venenoso pragmatismo, se coció en frío, una alianza entre el líder nacional del PRI, Alejandro Moreno y el presidente López Obrador para mantener al Ejército en las calles hasta 2029. El tan vapuleado ‘Alito’, por las huestes de Morena en todo el país en meses recientes, ahora es el aliado número uno por apoyar, a cambio de impunidad, un plan que vestirá de verde olivo las calles del país.

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