Al fidelismo se deben Los Zetas y su imperio de sangre, y el Cártel del Golfo financiando campañas del PRI, y la violencia y la degradación de la seguridad que cobró miles de vidas. Y Rocío Nahle se pavonea con el hijo de Fidel.
Del fidelismo emergieron Javier Duarte y otros ladrones, operando el saqueo, arrasando el erario, creando empresas fantasma, robando a lo bestia, tejiendo la red que llevó a la quiebra al gobierno de Veracruz. Y Rocío Nahle se coloca a la diestra del hijo de Fidel.
Al fidelismo le sobró soberbia y le faltó humildad. Y el de Nopaltepec llegó a pregonar que gozaba de la “plenitud del pinche poder”. Y Rocío Nahle, hombro con hombro con el hijo de Fidel.
Y hubo destrampe y amores furtivos: las novias del poder, las celestinas del sur, la quinceañera precoz, la reina del carnaval, el harem de las barbies, la carne de placer, el atleta sexual. Y Rocío Nahle le sonríe al hijo de Fidel.
Se corrompió a la prensa servil. Se asedió al periodismo crítico. Y mataron a Raúl Gibb y tres periodistas más, y ahí comenzó la embestida, el baño de sangre, el récord de muerte que hizo de Veracruz el peor lugar para el oficio de informar. Y Rocío Nahle le hace un guiño al hijo de Fidel.
Y soltaron las amarras. Y auspiciaron a César del Ángel —que Dios lo tenga donde lo deba tener—. Y se encueraron los 400 Pueblos atacando fachadas, lanzando pedradas, siendo el ariete violento de una pandilla cruel. Y Rocío Nahle recibe los elogios del hijo de Fidel.
Sobre las cenizas de ese régimen rapaz, Rocío Nahle García reaviva una alianza con los artífices de la destrucción de Veracruz.
Nahle se vio con Javier Herrera Borunda, secretario de Organización del Partido Verde Ecologista de México, en el Senado. Debió centrarse la atención en el coordinador de los verdes, senador Manuel “El Güero” Velasco Coello, pero la figura fue el hijo de Fidel Herrera Beltrán.
Tres imágenes corrieron por las redes sociales. Y de ahí a los medios. Y en ellas el mensaje político.
Aquel día —marzo 9— se habló de agenda energética, de inversión, de energías limpias, de sustentabilidad. Fue una pantalla. Los payasos verdes acudieron a evidenciar el amarre con Nahle. Pasarán la factura cuando sea gobernadora y el fidelismo regrese al poder.
Concluido el cónclave, Javier Herrera Borunda escribió la frase crucial:
“Platico con mi amiga, la Secretaria de Energía del Gobierno de la República, Rocío Nahle. Mujer que con un trabajo permanente de más de 30 años ha mostrado su cariño a nuestro querido Veracruz. ¡Abrazo fuerte!”.
El énfasis en los “más de 30 años” en que “ha mostrado su cariño a nuestro querido Veracruz”, refrenda la alianza.
El pacto con los depredadores de Veracruz ya existía. Estaba en un impasse. El fidelismo y el duartismo fueron factor para el triunfo obradorista en Veracruz, en 2018. Ganó Andrés Manuel López Obrador. Ganó Cuitláhuac García. Ganó Rocío Nahle. Ganaron los candidatos de Morena. Todos hicieron perder al yunismo azul.
Y ahora Rocío Nahle los vuelve a invocar.
Vapuleada por el fiasco de Dos Bocas, por la política de energías sucias, por la intransigencia que la distingue y hasta por la tramposa Ley Nahle con la que se quiso inventar como veracruzana, y que la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó, Rocío Nahle recurre a la escoria que acabó con el futuro de Veracruz.
Con Fidel Herrera se dio el financiamiento del Cártel del Golfo a la campaña del PRI, en 2004, según testimonios en un juicio en Estados Unidos, ventilado por Miguel Ángel Yunes Linares.
Con Fidel Herrera reinaron Los Zetas, erigieron el imperio de sangre, controlaron el trasiego, la trata de migrantes, el secuestro y la extorsión, y el terror que permeó en la sociedad.
Fidel Herrera dejó una herencia sombría: 34 mil millones de pesos de deuda, la mitad con bancos, la otra mitad con acreedores a los que no les quiso pagar. Consta la cifra en el Plan Veracruzano de Desarrollo elaborado por Javier Duarte, su sucesor y corresponsable en el manejo de los dineros, siendo secretario de Finanzas de aquella administración.
Y con ese fidelismo pacta Rocío Nahle.
Sin el fraude electoral, el fidelismo se habría extinguido. Fidel Herrera inyectaba recursos públicos a las campañas del PRI. Y hablaba de más. Todo salió a la luz cuando un arsenal de audios llegó a la prensa en la elección de 2010.
Ahí se le escuchó decir: “Estoy en la plenitud del pinche poder”. Y comentar con “Goloso” sobre los jingles de campaña. Y sobajar a Javier Duarte: “anda reapendejado”. E instruir a Marcos Estrada, candidato a diputado por el distrito Coatzacoalcos II, que repartiera el dinero —“dale a todos”—. Y que Pepe Robles, dueño de Diario del Istmo e Imagen de Veracruz, era un “succionador profesional”.
Y hubo barbies para cualquier ocasión, y novias del poder, y la celestina del sur, y la quinceañera precoz, y la reina del carnaval. Un atleta sexual y un harem de placer.
Y con ese fidelismo pacta Rocío Nahle.
Fue en el fidelismo que inició la embestida contra la prensa. Asesinaron a Raúl Gibb, director de La Opinión de Poza Rica, luego de publicarse que las patrullas de policía andaban sin combustible. Cayeron tres periodistas más. Y en el sexenio de Javier Duarte mataron a 17 comunicadores; en el de Yunes, cuatro, y en el de Cuitláhuac García van seis. La mayoría atribuible al crimen organizado.
Javier Duarte de Ochoa hizo lo mismo que Fidel pero sin control. Deuda y más deuda, y un Congreso cómplice, diputados deshonestos, serviles, aprobando todo sin chistar, rompiéndole el alma a Veracruz.
El saqueo duartista fue descomunal. 35 mil, 40 mil o hasta 80 mil millones de pesos robados al erario, vía empresas fantasma que facturaban, cobraban y remitían el dinero a empresas fachada, algunas de ellas inmobiliarias en Estados Unidos, y los operadores financieros que solían comprar ranchos en México, yates, cuadras de caballos, el delirio de la esposa de Javier Duarte, Karime Macías Tubilla, la “gobernadora” de facto.
Y el desastre en seguridad. Los cárteles apoderados de Veracruz, secuestrando, extorsionando, arrancándole la vida a la gente, mutilando, cocinando en ácido, desapareciendo jóvenes. Y proliferaron las fosas clandestinas. Y la Policía Estatal implicada, actuando como cómplices, como halcones cuya misión era informar. Y torturar y borrar rastros y huellas.
Ese fidelismo, ese duartismo, sigue ahí. Se cobija en el PVEM. Lo encabeza Javier Herrera, el hijo de Fidel. Y van por la reconquista del poder.
Y con esa escoria hace alianza Rocío Nahle en su obsesión por gobernar Veracruz.
Y si tuviera que pactar con el diablo, va a pactar.
Archivo muerto
Andrés Manuel vuelve la mirada a Coatzacoalcos y Coatzacoalcos es un caos. Viene Andrés Manuel y el hedor sigue. Los drenajes se desbordan, las calles crujen y la oscuridad domina amplios sectores porque el alumbrado público es, literalmente, un asco. Llega López Obrador el viernes 17. Viene a constatar que lo imposible es posible.
Que lo que le dicen, lo que lee, lo que le cuentan, es real. Y la inmundicia en el feudo político de Rocío Nahle es tangible y el olvido de gobierno es el sello de la Cuarta Transformación. Huele a podrido todo y más aún el palacio municipal. Se sabe del dispendio. Se filtran las corruptelas. Se acreditan las trapacerías con los dineros públicos, con licitaciones fraudulentas, con adjudicaciones que violan la ley. Y el reyecito de palacio, el susodicho Amado Cruz Malpica, presidiendo el agandalle. Y fuera de palacio, el clamor del pueblo, los que gritan y los que protestan, los que se quejan y los que reclaman. Y en el tobogán, Morena deslizándose a velocidad vertiginosa hacia abajo, siempre hacia abajo.
Viene López Obrador para, con su palabrería que ya no convence más que a los imbéciles, atenuar el hedor, el caos, el desastre en que el alcalde Amado Cruz Malpica tiene a Coatzacoalcos, el feudo de la la zacatecana —ojo, ZA-CA-TE-CA-NA—, Rocío Nahle… Para Gladys, su reinstalación y 4.5 millones de pesos. Destituida sin razón legal, Gladys de Lourdes Pérez Maldonado finalmente doblegó al Congreso de Veracruz. La justicia federal otorgó el amparo que le concede regresar a su cargo de magistrada en el Poder Judicial estatal y cobrar salarios caídos. Y más que eso, enmendarle la plana a la pandilla de Cuitláhuac García y Juan Javier Gómez Cazarín, gobernador y líder de la pandilla morenista en la Legislatura. Han atropellado a quien se les atraviesa en su camino. Han destituido magistrados a placer. Han embestido y sometido a jueces, orillándolos a emitir vinculaciones a proceso donde no hay razón, a dictar sentencias contra inocentes, a vulnerar los derechos de las víctimas, a ser jueces de consigna.
A Gladys Pérez Maldonado la destituyó el Congreso de Veracruz —una más de las burradas de Gómez Cazarín—, el 7 de julio de 2020. Casi tres años después, la justicia federal le restituye los derechos, obliga a cubrirle 4.5 millones de pesos por salarios caídos y otras prestaciones, y por supuesto, tendrá que dejar el cargo la magistrada Alma Rosa Flores Ceballos, a quien impusieron como su relevo. Por la vía legal, el caso Gladys Pérez Maldonado les salió caro y humillante… Veracruz, cuarto lugar nacional en feminicidio, en 2022. Y noveno en violencia familiar. Y décimo en abuso sexual. Y lugar 17 en violación. Sólo le va “bien” en acoso sexual donde es último en el ranking nacional.
Es la estadística del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), retomada por el Instituto para la Gestión, Administración y Vinculación Municipal (IGAVIM). Veracruz, pues, no es el paraíso que presume Cuitláhuac García Jiménez, el desgobernador que de sus yerros y abusos, omisiones y torpezas, culpa al pasado, al de al lado, al de enfrente, al de atrás, pero nunca admite que jodió a la entidad. Así tenía que ser. Si en su gobierno hay un marcado desprecio a la mujer, si se acosa a las empleadas, si se hostiga sexualmente a las mujeres policías, si se solapa a los acosadores y sólo se les cambia de cargo o adscripción, si las fiscalías congelan las denuncias o difieren la judicialización de los casos, Veracruz tenía que estar en el top ten del agravio a la mujer. Cuitláhuac se lo propuso y Cuitláhuac lo logró… La prensa, según el bombero de Amado, vende las notas. “No crean que la prensa está realmente preocupada por ustedes.
Ellos venden la nota, nada más”, dijo el bombero político, José Luis López Cabañas. Hablaba frente a un grupo que protestaba en la clínica 36 del Instituto Mexicano del Seguro Social, el 21 de febrero. No imaginaba que hubiera periodistas grabando. López Cabañas fue a sofocar el reclamo, asumiendo tácitamente las tareas del secretario de Gobierno, Andrés Rosaldo García, que no se empolva los zapatos ni acude a las protestas, detonándole los conflictos al alcalde Amado Cruz Malpica, al que increpan, lo sacuden y hasta suelen insultarlo. Pillado en la escena, López Cabañas de inmediato ofreció una disculpa.
“Sin generalizar”, apuntó, pero la metida de pata era irreversible. Seguro sabe que hay prensa que vende las notas. Seguro que se refiere a Diario del Istmo, de su admirada Mónica Robles de Hillman, en la que se refugió luego de salir trompeado del PRD y de la Delegación de Transporte Público, en tiempos yunistas, en la que sólo lo aguantaron siete meses. Seguro que sabe que el Clan de la Succión ha hecho una fortuna canjeando información por publicidad. López Cabañas es de los que suelen compartir la descalificación y el insulto que se vierten sobre los periodistas críticos, en redes sociales. Es un pirómano político. Si ese es el que apaga los fuegos, se entiende por qué el incendio en palacio no se termina de sofocar…