Martes, 16 de abril de 2024
Mussio Cárdenas Arellano

Mussio Cárdenas Arellano

Atrapado en el mundo de las letras y la denuncia social, Mussio Cárdenas Arellano cuenta ya con un extenso kilometraje recorrido en el periodismo. Lejano parece ya aquel 1978 cuando en Coatzacoalcos, su tierra natal, escribió sus primeras notas. Transitó por la entrevista, el reportaje, la crónica, el artículo y la columna política. Fue corresponsal de la revista Proceso, Imevisión, IMER, Contralínea; fundador de las revistas Contacto e Informe Rojo; analista político en radio y televisión, y ganador del Premio México por columna política, en 2009, otorgado por la Federación de Asociaciones de Periodistas de México (FAPERMEX). Su contacto con el periodismo viene de familia. Su padre, Mussio Cárdenas Cruz, y sus tíos Emilio, Francisco y Paulino, constituyen una dinastía de periodistas veracruzanos de reconocido prestigio. Actualmente escribe la columna Informe Rojo, que se publica en portales en internet y medios escritos con amplia aceptación entre la opinión pública.

mussioc2@gmail.com

 

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Sólo quienes han pasado por el filo de Rocío Nahle saben que es letal. A Manuel Huerta lo vio engallarse, humillarla, ganarle la encuesta interna, denostarla, increparla, ridiculizarla. Y al final lo destrozó.

“Hasta a la policía la están utilizando para inflar a quien está todavía desinflada”, decía Huerta con sorna desmedida.

Y se pitorreaba del acarreo con seguidores y fans pagados “para que le aplaudan”.

Fue ella –recordaba el ex delegado de Bienestar– quien colocó a Eric Cisneros, Ramos Alor, Delia González Cobos, aludiendo los excesos de poder, la corrupción, el encubrimiento en el gobierno de Veracruz.

Y se mofaba del círculo de Rocío Nahle García, de Cuitláhuac García hacia abajo, del gobierno fallido que no dejó llegar –sentenciaba Huerta– la transformación obradorista.

Y exigía que los aspirantes a gobernar Veracruz renunciaran a sus cargos públicos, incluida la zacatecana que se aferraba al hueso de la Secretaría de Energía y al negocio de la refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco.

A escobazos, puntualizaba Manuel Huerta, los orilló López Obrador a presentar sus renuncias a sus cargos, incluida, claro, Rocío Nahle.

A Zenyazen Escobar, ex secretario de Educación en Veracruz, lo llamaba palero por bajarse de la contienda interna y postrarse a los pies de la oriunda de Zacatecas. 

Y ya en precampa Huerta dejó sola a Nahle, disfrutando de los dislates, de la ignorancia, de las malas cuentas –malas sumas– sobre cuántos municipios tiene Veracruz, y del día en que al alcalde de José Azueta lo rebautizó como José Azueta.

Pero cuando Norma Rocío blandió la espada, liberó la ira y asestó el golpe, la cabeza de Manuel Huerta Ladrón de Guevara rodó.

Ni el chamán charlatán que presidió el show de la liberación de los malos espíritus, la madrugada del 1 de marzo, sirvió para blindarlo de la revolcada que Nahle le terminaría acomodando.

Ese día amaneció candidato al Senado en primera fórmula y por la tarde ya lo habían degradado a la segunda fórmula.

Ni el mismo Manuel Huerta atinaba a explicar el golpe de timón. Anunció que horas después, a las 8, daría a conocer su postura por la primera fórmula perdida.

Y entonces la explicación fue que preguntaría al Instituto Nacional Electoral por qué lo había bajado.

El INE respondió. No fue el órgano electoral el que degradó al ex delegado federal de los programas sociales. Fue Morena, el partido de la putrefacción.

Nada duele más que un golpe interno. Que el PRI, PAN o PRD lo increpen, es normal. Que Miguel Ángel, el jefe del Clan de los Yunes azules, le diga que fue drogadicto y que legisló para legalizar el uso del fentanilo, es lo que se verá en esta campaña. Pero que Morena te mande a la posición perdedora, eso duele.

Hablaron todos. Y la que calló fue Rocío Nahle.

Esas venganzas le son propias. No se mueve, ni se inmuta, contiene la respiración, no pestañea. Y envía al infierno a sus enemigos.

Para cada uno hay historia. Pero la de Manuel Huerta se mueve en dos tiempos: el día en que el clan Nahle-Cisneros-Cuitláhuac urdieron la denuncia por violación y cuando Huerta se mofó de la zacatecana en la búsqueda de la candidatura de Morena al gobierno de Veracruz.

La denuncia por violación nació en la Secretaría de Gobierno. Una mujer se prestó a su uso político. La confeccionó el Clan Nahle-Cisneros-Cuitláhuac. Llegó a la Fiscalía de Veracruz y su titular, Verónica Hernández Giadáns, le dio curso. Luego sería filtrada a la prensa y a grupos panistas, algunos vinculados a los Yunes azules.

La denuncia sacudió a Morena. Peor cuando fue el propio gobierno morenista el que la dimensionó. Lo grotesco fue ver a “Martha”, la víctima, disfrazada con peluca rubia y lentes negros ante los medios de comunicación, similar al “Tío Cosa” de los Adams. Y que el portal Al Calor Político, pastoreado a Eric Cisneros, atizara el fuego.

Tras la escaramuza, nada ocurrió. Fue fuego amigo. Y la exigencia de justicia nunca llegó. A “Martha” sólo la usaron.

El otro Waterloo de Manuel Huerta tiene origen en la contienda interna por la candidatura de Morena al gobierno de Veracruz. Ahí se mostró hiriente, soez, envalentonado, contundente, demoledor.

Hizo añicos a Rocío Nahle y aniquiló al séquito de la zacatecana. Algunas frases:

Los odian porque “se han pasado perjudicando a la gente, lastimándola, metiéndola a la cárcel, no reconociendo sus derechos, no sirviendo absolutamente para nada”.

“Ahora ya todos se dan ganadores en las encuestas. La verdad son encuestas patito, que mandan a hacer todos los días, que como la Chimoltrufia, unas dicen unos números, otras dicen otros, otras en las que ya de a tiro ni aparecemos”.

De Eleazar Guerrero, primo del gobernador y subsecretario de Ingresos en la Secretaría de Finanzas y Planeación, líder del grupo Unidos Todos, Huerta dijo:

“Yo nada más los veo, puro aplaudidor. Me da risa, porque los veo, a todos los pintan de blanco, los ponen de blanco, los llevan ahí junto con los chamacos de preparatoria. Y lo peor es que se la creen”.

De Zenyazen Escobar, dijo:

“El responsable de la Educación en Veracruz sirve de palero, se prestó para engañar a los veracruzanos, eso no es posible, ojalá que tenga valor y aguante su renuncia y no vaya a querer regresar a cobijarse de la burocracia y para seguir medrando del recurso del pueblo, ojalá aguante como debe ser y no regrese a la SEV, si aguantó el papel de palero, ahí que le siga siendo palero de los moralmente derrotados”.

Y vapuleó a Rocío Nahle:

“No es posible que se actúe de manera tan descarada utilizando un exceso de recursos en caravanas con vehículos de más de 2 millones de pesos y con personal de Gobierno, argumentando que la propia ley se los permite. Eso no es la 4T. Esas son prácticas del pasado, contra lo que tanto luchamos, que tanto criticamos. Lo peor de esto es que la gente lo ve y nos critica a todos por igual.

“Hasta a la policía la están utilizando para inflar a quien está todavía desinflada, a la que nunca se acerca al pueblo y por eso le cuesta tanto trabajo que tienen que llevarle acarreados a sus eventos y pagarles para que le aplaudan”.

Huerta ganó la encuesta para gobernador pero dejó pasar a la elegida de López Obrador. Fue una imposición. A cambio iría en la primera fórmula para el Senado. Aún perdiendo la elección, aseguraba el escaño en la Cámara Alta por ser primera minoría.

El 1 de marzo, iniciando campaña, Nahle lo reventó. Sin aviso, sin prevenirlo, Morena lo degradó a la segunda fórmula. Fue su partido; no fue decisión del INE. Fue a petición del partido obradorista.

La venganza de Nahle se había consumado. La única forma de llegar al Senado es que Morena gane la elección, el 2 de junio, y quien ocupa la segunda fórmula logre pasar.

Sólo quienes conocen el filo de la espada de Rocío Nahle saben que es letal. 

ARCHIVO MUERTO 

* El sur de Veracruz lo tiene perdido el PRIANRD. Pese a los abusos de alcaldes morenistas, corrupción y falta de obra, una encuesta pronostica la enésima derrota del priismo https://bit.ly/3V4QSNQ

 

El marido incómodo de Rocío Nahle

Viernes, 01 Marzo 2024 11:12

Pepe Peña es, literalmente, el dolor de hígado de Rocío Nahle, el soberbio y bocón, el indiscreto e imprudente, el que ofrece el paraíso y sale a comprar el voto violando la ley, pero el que pretende ejercer el verdadero poder.

“Mi nombre es José Luis Peña Peña… soy esposo de Rocío Nahle”, le dice a la parvada obradorista en Sayula de Alemán, el 18 de febrero, en intercampaña. Y el video es de escándalo.

Soy ingeniero, soy jubilado, soy ganadero, soy campesino, soy la conciencia, soy el profeta que anuncia el triunfo de la Cuarta Putrefacción en Veracruz.

Y él, Pepe Peña, que es un auténtico dolor de hígado, y de cabeza, y de intestino de Rocío Nahle, se revela como algo más: el mesías del campo, el nuevo mesías, el consorte de la zacatecana que descendió de la nube celestial al paraje jarocho a salvar a los ganaderos olvidados, para los que ni la 4T armó proyecto y el campo se jodió.

Peña Peña, como se le conoce en Coatzacoalcos, es un prima donna en el lado oscuro de Rocío Nahle, el zar del acuerdo en la penumbra, aquel con el que se arregla la clientela de la norteña, el de la chamba sucia.

Y no es de ahora; es de siempre. El coyote de siempre. El que va de café en café, en restaurantes, en cantinas, en antros, presumiéndole a sus compadres, que son muchos y bien conocidos, y más briagos que el tequila, que si quieren obra y contrato, que pasen con él. ¿Verdad, Manuel? ¿O no, Juan Carlos Fong, el de los 5 mil millones de pesos para rellenar –mal– el terreno donde se erige la refinería fallida, y siempre inundada, de Dos Bocas?

Ese dicho –“soy esposo de Rocío Nahle”– no es un deliz. No es un lapsus linguae. Es el carnet de identidad del operador de cabecera de la aspirante ilegal e ilegítima de Morena al gobierno de Veracruz.

“Soy esposo de Rocío Nahle” es el grito de batalla de Pepe Peña o Peña Peña nomás para que sepan con quién tratan, el que tiene derecho de picaporte, el que le puede dar al campo, a los ganaderos, a los campesinos lo que el gobierno de la Cuarta Putrefacción les negó.

Seis minutos. Un video. Y en él Peña Peña se siente y se ve a sus anchas. Habla dejando claro que una vez consumado el triunfo de Morena en la elección del 2 de junio –porque es “eminente y (sic) inminente”– que, sin cargo alguno, meterá las manos en el gobierno de Veracruz.

Y comienza a filosofar:

“Nosotros no venimos a estar jugando –dijo el mesías Peña Peña–. Venimos a ayudarlos.

“Queremos la mejor tecnología. La mejor tecnología la vamos a tener en el campo porque así lo hicimos en Dos Bocas. Tuvimos la mejor tecnología del mundo. Y si no la hay en México la vamos a ir a buscar.0

“Acuérdense de mi nombre: José Luis Peña Peña. Yo voy a estar ahí y cualquier problema que tengan ustedes, si ganamos, que es inminente, yo voy a estar en el área de ganadería sin un solo peso, sin cobrar nada, y lo único que voy a hacer es estarlos apoyando y cuando no nos quieran hacer caso, vamos y hacemos un plantón en el palacio de gobierno, y yo los voy a acompañar para que nos resuelvan todos los problemas que aquí estamos acordando”.

“Acuérdense de mí”, dice Peña Peña pero la oposición ni un dedo movió. Hay delito electoral. Hay violación a los tiempos electorales. Hay alcaldes, senadores, funcionarios menores en un evento ganadero y ahí se promueve a Rocío Nahle. Y lo hace el marido marido incómodo. Y el PRIANRD no capitalizan el episodio.

Hizo más la prensa crítica, la oleada antipeje, los que están hartos del régimen de terror del clan Nahle-Cuitláhuac-Cisneros-Giadáns, que el bloque opositor.

Tienen el punto más vulnerable de Rocío Nahle a la vista y no lo quieren ver.

El marido incómodo es el personero de Rocío Nahle. Y algo mucho mayor. Habla en su nombre. Pontifica, ofrece, compromete, redime y predice.

La prensa que lo fustiga apenas conoce a Peña Peña. No imagina sus alcances, el poder que ejerce sobre la zacatecana que aspira a gobernar Veracruz.

El marido incómodo tiene historial. Data de sus días en Pemex, segundo de abordo en el área de mantenimiento del complejo petroquímico Pajaritos. Data de los días en que Rocío Nahle García, sin ser trabajadora activa, militaba en la Unión de Trabajadores de Confianza y Técnicos de Pemex (Untcyp).

Nahle y la Untcyp no se mezclaban con el gremio sindical. Eran la élite de Pemex. Veían, con sobrada razón, a los líderes petroleros como líderes charros, a la mafia sindical como aliada de los gobiernos neoliberales que hundieron a Pemex.

Nahle era protagonista; Peña Peña no. Nahle suplantaba al líder de la Untcyp, Felipe de Jesús Díaz González, ya fallecido, mientras Peña Peña no salía del baúl. Nahle debió callar, dejar el protagonismo, cuando miembros de la organización le recordaron que el líder era Felipe de Jesús.

Años después, Peña Peña vivió días amargos, sobajado por Nahle cuando intervenía en reuniones del Partido de la Revolución Democrática. Pero luego se impuso.

Ya en Morena, se enfilaron al poder. Rocío Nahle pactaba con el priismo, en 2015, y así pudo alcanzar la diputación federal, allegarse el afecto de Andrés Manuel López Obrador, quien la convirtió en coordinadora de la bancada morenista en San Lázaro, más tarde senadora, secretaria de Energía y hoy candidata ilegal al gobierno de Veracruz por no cumplir con el requisito constitucional de ser nativa del estado o hija de padre o madre veracruzanos.

Indisoluble su lazo, cargan Nahle y Peña con el estigma de la corrupción. Rocío Nahle es la recaudadora del Peje López Obrador, acusó la ex diputada local, Eva Cadena Sandoval, luego de la difusión de los videos que captan la trampa en que cayó al recibir dinero de empresarios cercanos al hoy alcalde de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, que financiaban las campañas de Morena.

A la par, José Luis Peña Peña es la bisagra de los contratos en Dos Bocas, el nexo con la familia Quintanilla, con Juan Carlos Fong Cortés. Y cercano a otros contratistas del morenismo como Emmanuel Peña Sánchez.

A sus amigos los acercó al poder. A Víctor Manuel Carranza Rosaldo lo convirtió en alcalde de Coatzacoalcos; a Miguel Pintos Guillén, secretario del ayuntamiento; a Leopoldo Suárez, secretario de Obras Públicas y Desarrollo Urbano.

Y con ellos llegaron las compañías especializadas en obra industrial en los complejos petroquímicos y se llevaron los mayores contratos otorgados por el ayuntamiento de Coatzacoalcos. Una decena de empresas acaparó toda la obra pública, según observó el Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz.

Peña Peña es, hoy por hoy, pieza clave entre la nueva élite petrolera donde proliferan los compadres transas, compadrazgos inconfesables, el jugoso esquema de los contratos, las obras a los amigos.

Y es la conciencia de Rocío Nahle.

Pero, por encima de todo, es el marido incómodo, el que aspira a ejercer el poder desde las sombras.

ARCHIVO MUERTO

* A pesar Héctor Yunes Landa y otras rémoras, Pepe Yunes ya es candidato del PRI al gobierno de Veracruz 

* Con todo y desfalcos en la Secretaría de Salud, Ramos Alor apunta a ser candidato a diputado federal por Morena en Coatza 

* Enloquece la prensa al Pulpo Remes; dice que ya no hay violencia en Poza Rica y la violencia lo devora, y se engalla con los periodistas 

La desfachatez tiene rostro y nombre. Se llama Rocío Nahle. Y proyecta a Roberto Ramos Alor a la diputación federal por Coatzacoalcos pese al escándalo de corrupción en la Secretaría de Salud de Veracruz.

Maniobra en su favor, tirando a una de las suyas, Tania Cruz Santos, quien aspiraba a su segunda reelección, tercer periodo como legisladora, ya tácitamente parte del inventario del Congreso federal.

Ramos Alor, quizá el más fiel entre los fieles a la candidata morenista al gobierno de Veracruz, procede de la Secretaría de Salud del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, donde robar es norma y simular es virtud, donde se dispensan contratos a empresas fantasma, a proveedores de nueva creación, a amigos de lo ajeno y socios del régimen de la Cuarta Transformación.

Cuna del abuso y la ratería, de los que Roberto Ramos Alor siempre se dijo ajeno, dejando que lo administrativo fuera feudo de los allegados al gobernador Cuitláhuac García, la Secretaría de Salud es el mayor centro de corrupción del obradorismo en Veracruz.

Ramos Alor lidió con todo. Y si no metió la mano al cajón, por lo menos pecó de omisión. Cuando renunció ya cargaba un sinfín de señalamientos, acusaciones, improperios y denuncias, incluso por violencia política de género.

Tras su renuncia, el 19 de mayo de 2022, mantuvo perfil bajo, alejado de la metralla, protegido por su madrina, Rocío Nahle García, intocable hasta para el gobernador Cuitláhuac García y su pandilla voraz.

Reaparece cuando se definen las candidaturas a diputado federal, arrebatando la posición a Tania Cruz, quien se inscribió en el proceso interno de Morena, fue movida y proyectada por el alcalde de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, enfilada a la nominación y en un instante todo cambió.

Recibió una andanada de la diputada local, Eusebia Cortés Pérez, otra comadre de Rocío Nahle. La fustigó abiertamente. Cuestionó al dirigente nacional de Morena, Mario Delgado. Y la tumbó.

El 22 de febrero, el portal Versiones, en Xalapa, difundió dos golpes de timón en Morena: Rafael Hernández Villalpando no se podría reelegir por el distrito de la capital de Veracruz; la candidata será Ana Miriam Ferráez, actual legisladora local, y en Coatzacoalcos Ramos Alor dejaba en el camino a Tania Cruz. El argumento fue el criterio de género.

Días después –febrero 26–, se vio a Tania Cruz en la fotografía de la supuesta unidad. Sonreían Rocío Nahle, el líder estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta; la frustrada aspirante a senadora, Dorheny “Candy” García Cayetano; Eusebia Cortés Pérez, Roberto Ramos Alor, Amado Cruz Malpica; la alcaldesa de Minatitlán, Carmen Medel Palma, y el secretario nacional de Jóvenes Morena, Alejandro Porras Marín.

Nadie se tragó el sapo de la unidad auspiciada por Rocío Nahle.

Al día siguiente, Nahle envió una señal clara. Se reunió con la dirigencia estatal de Morena y 18 de los candidatos a diputados federales. Ahí estaba Ramos Alor. Ahí no estaba Tania Cruz.

Movimiento Ciudadano, la ramera naranja

Miércoles, 21 Febrero 2024 10:41

Al sexto año, Dante se arrancó la careta. Alineó a Movimiento Ciudadano con Morena, lo plegó al proyecto del dictador, lo llevó a caminar de la mano de ese sátrapa demente llamado López Obrador y lo pudrió.

Lo insertó en el reino de la simulación, ofertando una opción política distinta para terminar siendo el patiño del bodrio obradorista, inventando candidaturas que no buscan votos sino likes, postulando payasos de redes sociales cuyo mayor encargo no es ganar la Presidencia sino restarle votos a la candidata de oposición.

Hizo de Movimiento Ciudadano una comparsa de Morena, en lo legislativo y en lo electoral, validando 11 de las 20 reformas con que Andrés Manuel hace campaña, supliendo los silencios, los vacíos, lo incoloro, lo desabrido, lo desinflado, la ausencia de propuesta electoral de la candidata guinda, Claudia Sheinbaum.

Y en Veracruz el striptease político es de náusea: dos diputadas de MC secundan a Morena, votan la propuesta del desgobernador Cuitláhuac García y avalan que tres incondicionales del obradorismo sean magistrados del Poder Judicial.

Dante Delgado convirtió a Movimiento Ciudadano en la ramera naranja, vendible al mejor postor, que arrancó el sexenio coqueteando con el bloque PRIANPRD para terminar encareciéndole los servicios a López Obrador.

Dueño de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado solía ufanarse de ser la conciencia del país, suscribiendo cartas públicas, plagadas de reclamos y consejos, llamados al orden, en que centraba a Andrés Manuel, recordando gestas y episodios de lucha política, los días en la toma de Reforma, que hoy se sabe se financió con dinero del Cártel de Sinaloa, y deslizando que nadie tiene el nivel del ex gobernador de Veracruz para hurgar en los recuerdos políticos, las decisiones cruciales y hasta los secretos de campaña que López Obrador se resiste a revelar.

Aquello fue –y es– puro show. Dante Delgado pretendía ser el caudillo de la oposición para mediatizarla. La ramera naranja rebasaría al PRIANRD y al final tendría una alta cuota de poder. Y en el intento se quedó.

Movimiento Ciudadano nació sucio. Su antecedente, Convergencia por la Democracia, obtuvo registro ante el Instituto Federal Electoral, hoy INE, con una trampa descomunal. Las asambleas ciudadanas, requisito que exige la legislación, fueron un fraude. Por lo menos en el sur de Veracruz hay evidencia que los asistentes eran militantes del Partido de la Revolución Democrática, o sea cachirules.

Lo sabían todos, dirigentes e integrantes del PRD, usados para ayudar a la creación de un partido aliado. El PRD le prestó pueblo. Convergencia estaba hueco. Lo sabían Dante, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y, por supuesto, Andrés Manuel López Obrador.

La ramera naranja tuvo, pues, un nacimiento tramposo y miserable. Luego vendrían otros cochupos. Postularía perredistas a los que el PRD desdeñó, como ocurrió con el candidato a la diputación federal por Coatzacoalcos en 2009, Antonio Williams, propuesto por Rocío Nahle, que entonces aspiraba a ser la mandamás en el sol azteca local, y la ex embajadora de México en Costa Rica, Roselia Barajas Olea, del Clan de la Succión.

Convergencia primero, MC después, fueron comparsa de López Obrador en 2006 y 2012, entregando las prerrogativas económicas a cambio de ver a sus militantes postulados en la alianza con el PRD.

En 2018, Dante jugó al lado del PAN-PRD. Y perdió.

Se volvió útil, de nuevo, en el sexenio obradorista. Dante fortaleció su liderazgo, su imagen de demócrata ultra, su discurso por el bien de la nación, y, por supuesto, supo alardear de los secretos mejor guardados de López Obrador, que nunca reveló.

En mayo de 2021, a propósito de la elección a gobernador de Nuevo León, simuló tener conflicto con el presidente, su compadre político.

La careta de opositor independiente le fue útil mientras se conformaba un frente ciudadano para encarar la elección presidencial de 2024. Dante Delgado pontificaba, alardeaba, presumía su vena antiobradorista. Exhibía colmillo que afiló en los tiempos en que el PRI lo formó.

Pero a la hora de la verdad, cerró la puerta a toda posibilidad de ir en bloque cuando se conformó el Frente Cívico Nacional. Conminado a integrarse, repudió los llamados de Cecilia Soto, Emilio Álvarez Icaza, Guadalupe Acosta Naranjo y otros más. “Con el PRI ni a la esquina”, “Con el Titanic de la Alianza, nada”, fue su argumento.

Dante Delgado comanda a una secta sui generis. Los emecistas son como el obradorismo. Creen a ciegas en las falacias de su líder. Si Dante pregona que ganarán la Presidencia, sus huestes se imaginan en palacio nacional. Si Dante les taladra el seso afirmando que tendrán curules y escaños, gubernaturas y alcaldías, el rebaño sueña que el poder es suyo.

Salvo los emecistas de Jalisco, la militancia no ve su realidad. Sólo en Jalisco son el enemigo a vencer, comandados por el gobernador saliente, Enrique Alfaro, político de doble cara, como Dante; de caprichos e intransigencia, como Dante; de ilimitada capacidad para traicionar, como Dante.

Movimiento Ciudadano es un apéndice de Morena, y Dante Delgado, un peón de López Obrador.

Va Movimiento Ciudadano por la aprobación de 11 de las 20 reformas constitucionales enviadas por Andrés Manuel al Congreso, la que incluye el sistema de pensiones que es una bomba de tiempo; las de derechos indígenas y hasta la de derechos de los animales.

Baila al son que le toca Andrés Manuel.

Y en Veracruz igual. Así su líder estatal, Sergio Gil Rullán, se haya trabado en una confrontación abierta con Cuitláhuac García, evidenciando corrupción, deuda pública oculta, contratos asignados sin licitación, la línea hoy es validar los caprichos del gobernador.

Dos diputadas de MC, Ruth Callejas Roldán y Maribel Ramírez Topete, dieron los votos que Morena requería para avalar los nombramientos de los magistrados Humberto Oliverio Hernández Reducindo, Claudia Marlén Galán Espinoza y Arturo Vázquez Sosa, con los que estaban en desacuerdo incluso legisladores morenistas.

Movimiento Ciudadano tiene dueño; es Dante. Y el dueño camina de la mano de Morena.

Así lo fraguó Dante. Hizo de Movimiento Ciudadano la ramera naranja

Y la ramera sabe cobrar.

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