Viernes, 26 de abril de 2024


Columna: Columna Invitada

Violencia en México

Sábado, 29 Febrero 2020
  • Por:  Teresa Guerra

VIOLENCIA IMPARABLE. El caso de los tres jóvenes estudiantes de medicina en Puebla, dos de ellos colombianos que vinieron en plan de intercambio, un veracruzano  y un chofer de Uber, confirma la gravedad de la inseguridad que se vive en el país. Cuando no es Puebla, es Guerrero, Jalisco, Veracruz, Chihuahua, Guanajuato, la CDMX, Sinaloa, entre otros; las películas de horror son superadas por la realidad que padecemos. 

En varias ciudades se cuentan por decenas las tragedias porque la crueldad viene en aumento. La violencia del país ha trascendido fronteras, y más en el caso de los tres estudiantes porque dos vinieron al país buscando superación, y encontraron muerte. A decir de los padres de la joven colombiana, ella “amaba México” y decidió continuar sus estudios de medicina en la Universidad de Puebla. Asistieron al carnaval de Huejotzingo, Puebla, y en su retorno tomaron un Uber, que fue su ruta de muerte; fueron torturados, con más crueldad la joven estudiante. Todos fueron asesinados, sin que se sepa con precisión el móvil. Esas historias, lamentablemente, se han vuelto cotidianas en varias  ciudades del país, ya que los delincuentes siguen actuando con impunidad y con mayor saña.

Igual que en Puebla, en Sinaloa los robos de vehículos se han multiplicando, las mujeres son las principales víctimas. Los asesinatos y ejecuciones continúan, y la violencia contra mujeres también. Cierto es que la estadística de la violencia en México viene creciendo desde Gobiernos pasados, pero tampoco se ha frenado con el actual. Al revés, 2019 cerró como el año más violento. La socialización de la violencia es real, y la extensión de la delincuencia también.

POLICÍAS DESARTICULADAS. La Guardia Nacional no ha incidido para frenar el accionar de la delincuencia, y las policías en los estados están debilitadas y desarticuladas, por ello ha crecido la criminalidad. El narcomenudeo, armamentismo, los asesinatos, despojó de vehículos, narcotráfico, levantones, asaltos y feminicidios siguen en aumento, con más crueldad e incidencia.

Preocupa que el presidente crea que los delincuentes van a frenarse apelando a su conciencia y con llamados “a que se porten bien”, sin contemplar que el negocio de las drogas, control de plazas y el delinquir para algunos es modus vivendi y es tan  lucrativo que no están dispuestos a abandonar la criminalidad. Hay segmentos descompuestos, y si no hay efectividad en las Policías estatales y federales, y si las estrategias no se fortalecen, al igual que las acciones de las Fiscalías y cuerpos de investigación, van a seguir las cifras de muerte en el país.

Aunque es real que la violencia no es un problema de ahora, también es cierto que la estrategia para el combate a la delincuencia en el Gobierno de la 4T no ha sido certera; porque, igual que en el pasado se le apuesta al accionar de la milicia (hoy Guardia Nacional) sin generar equipos de investigación criminal en los estados y en las Fiscalías, y con un secretario de Seguridad que piensa más en su carrera política y en ser gobernador de Sonora, y menos  en los reclamos que hay en el país por la violencia creciente.

Es real que los opositores de AMLO aprovechan la espiral de violencia y los desaciertos en seguridad, como en el pasado lo hicieron los oponentes de Peña Nieto y Felipe Calderón. Eso no debe sorprender, más bien lo que debe ocupar ya legisladores y gobernantes es que la violencia siga imparable. ¿O no?

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