A través de una carta dirigida al dueño de la yegua que tiraron en el río Negro, quien descarto que ya no podía más, debido a que le quebró su pata trasera.
“Soy la yegua que descartaste por ya no podía más, porque me quebraste mi pata trasera y ya no te servía, ¿te acordás?, te cuento que sufrí, que fue horroso. Más que cuando me azotabas una y tantas veces con ese látigo para que lleve tus pesadas cargas; esas, que mientras te servía para ganar dinero, me hacías llevar”.
Sufrí más, que cuando apenas me dejabas comer algo en el sol, reponer fuerzas o me permitías tomar un poco de agua, más me dolió.
Sufrí caminando y sufrí porque mi sangre brotaba por semejante fractura que, hay quienes dicen, que me quebraste mi pata con un machete. Porque nunca me cuidaste, porque fui descartable para vos.
Me llevaste hasta el puente del Río Negro, allí me tiraste al agua y era tal el dolor, que apenas pude llegar a la orilla.
Y fue entonces, en que después de esperar mucho, por primera vez en mi vida pude encontrar un alma caritativa, alguien que me trató bien, que me dio descanso, un segundo último de vida, pero conocí el amor, ese del bueno, el que jamás podrás dar, a menos que te arrepientas y enseñes a otros como vos, a no hacerlo con otro animal, nunca más.
Asegura que perdona y la justicia de Dios y los hombres hará su trabajo y espera que finalmente dejen de usar a hermanos (os) como material descartable.
Pero te perdono, yo estoy bien, la justicia de Dios y de los hombres hará su trabajo y espero que finalmente dejen de usar a mis hermanos y hermanas como material descartable.
