Actualmente, los veracruzanos se encuentran en una encrucijada. Deben decidir entre continuar con la corrupción de la llamada "Transformación de Cuarta" o erradicarla de una vez por todas de la entidad veracruzana. El proyecto liderado por José Francisco Yunes Zorrilla busca desenmascarar ante la opinión pública la inmoralidad con la que Morena ha conducido el estado desde que llegó al poder, encabezado por el jardinero, el "Rey del Tequio", el político de poca monta, Cuitláhuac García Jiménez.
En este momento, Veracruz atraviesa una crisis verdaderamente dolorosa. Permitir que Rocío Nahle, oriunda de Zacatecas y carente de propuestas sólidas más allá de promesas de "arreglar" lo que el actual gobernante, el "Tontín", ha destrozado, es una verdadera burla.
Es evidente cuáles son las intenciones de Rocío Nahle. Su afán de enriquecimiento personal y su gusto por el dinero son conocidos por todos. No hay dudas de que su único objetivo es saquear el presupuesto estatal, que para el año 2024, según el boletín de la LXVI Legislatura, asciende a la suma de 163 mil 133 millones 934 mil 679 pesos - https://www.legisver.gob.mx/boletines/boletinesLXVI/BOLETIN1142-23.pdf -. Es dinero que, sin lugar a dudas, terminará en sus cuentas en paraísos fiscales.
El interés de Nahle en gobernar Veracruz en lugar de Zacatecas, su lugar de origen, es meramente económico. La diferencia de ceros entre los presupuestos de ambos estados es abismal: dos mil 565 millones frente a 163 mil 134 millones de pesos. Esta situación garantiza un enriquecimiento ilícito descomunal para el estado de Veracruz. ¿Cuántas mansiones podría comprar con ese dinero? Afortunadamente, los veracruzanos saben que deben expulsar a Morena del poder, ya que el estado no puede soportar más a un gobernante que carece de habilidades políticas y se involucra en politiquerías, como Nahle y el "Tontín".
Sin embargo, uno de los aspectos más preocupantes de Nahle es su reputación no solo como política corrupta, sino también por su carácter arrogante y soberbio. A pesar de su imponente presencia física, su soberbia no tiene límites. Como dice el refrán: "Cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde", y eso es precisamente lo que ha hecho Rocío Nahle en Veracruz. Se comporta como si estuviera por encima de todos, humillando y discriminando incluso a los miembros de su propio partido. Estar cerca de ella es una experiencia atroz, según cuentan sus propios aliados.
Nahle se siente invulnerable, creyendo que Andrés Manuel López Obrador siempre la protegerá con su manto. Sin embargo, su actitud ha provocado que muchos miembros de Morena busquen refugio en candidatos opositores, como José Yunes Zorrilla. Este fenómeno plantea un problema, ya que personas de dudosa credibilidad y acusadas de corrupción están llenando las filas del político priista de Perote. Yunes Zorrilla debe tener cuidado con el tipo de personas que lo rodean, evitando que la preferencia electoral se vea comprometida por individuos que en lugar de sumar, resten al proyecto.
Un ejemplo de esta situación es la senadora de Morena, Claudia Balderas, aliada de Rocío Nahle. Balderas estuvo involucrada en un vergonzoso incidente cuando alquiló una residencia en la Ciudad de México y se negó a pagar la renta. Cuando finalmente fue desalojada por no cumplir con sus obligaciones, destruyó la propiedad y la dejó llena de basura, como si hubiera vivido allí una persona con problemas mentales. Nadie en su sano juicio podría comportarse de manera tan ruin y perjudicar a terceros como lo hizo Balderas.
Ahora la vemos, con total desfachatez, tomándose fotos en los eventos de Pepe Yunes y afirmando que ya forma parte de su campaña. Es inmoral, vulgar y perjudicial. Creo que una persona de su calaña no debería ser considerada para un proyecto tan importante, no solo para Yunes Zorrilla, sino para todos los habitantes del estado. Si decidimos otorgarle nuestro voto de confianza, no queremos que individuos tan cuestionables en la política nos sigan saqueando.
