Sábado, 4 de May de 2024


Columna: Fuera de Foco

*Mi Diario Reflexivo*

Jueves, 21 Marzo 2024

¿Qué pasa por la mente de un político de cualquier corriente ideológica cuando alcanza el triunfo?

Siempre me he cuestionado eso. Un día, una persona, ya sea ciudadano, empresario, exitoso o no, abogado, ingeniero, comunicólogo, agricultor o comerciante, vislumbra la grandiosa posibilidad de obtener un escaño político.

Al individuo le va bien en lo suyo, pero como todo ser humano ambicioso, ve en la política (mal desarrollada, claro está) no solo la oportunidad de enriquecerse más, sino de obtener poder. Gana y se llena de autoridad y dinero. Realiza miles de "transas" y roba a manos llenas. Además, todos lo adulan y se envuelve en la "magia ficticia" que le brindan los falsos amigos. De repente, ve cómo fluyen cantidades inmensas de dinero que no puede justificar con su sueldo (que para nosotros es considerable, pero para él o ella, apenas suficiente para comprar chicles diariamente, considerando las fortunas que acumula a través de la corrupción). Comienza a involucrar a toda su familia para distribuir propiedades y evitar ser señalado por enriquecimiento ilícito.

Sabe que, aunque lo descubran, no enfrentará consecuencias. Las leyes que ellos mismos han promovido en las legislaturas nunca fueron diseñadas para castigarlos. Aunque cometan crímenes, roben, difamen o abusen sexualmente de personas menos poderosas, nadie podrá llevarlos ante la justicia. Son una clase privilegiada intocable. El ciudadano está destinado a ser pisoteado y manipulado. Son seres que se usan, se desprecian y se descartan. Condicionan el apoyo del ciudadano para mantenerlo dependiente de ellos, siempre agradecido y necesitado de sus favores. Para ellos, el ciudadano no vale nada.

El poder los corrompe, los destruye. Y el dinero, aún más. No importa robar dinero destinado a los enfermos de cáncer, pactar con la delincuencia organizada (un sector que les reporta muchos dividendos y los enriquece aún más), ignorar las quejas y lamentos de transportistas, empresarios y comerciantes sobre el cobro de cuotas de protección. Mientras su poder político aumente y sus cuentas bancarias crezcan, nada más les importa.

¿En qué momento se convierten en monstruos? ¿En qué momento dejan de sentir empatía por la gente? ¿En qué momento son capaces de matar por dinero? Son preguntas que jamás tendrán respuesta. Y me alegra no estar en los zapatos de un político, sino del otro lado de la acera. Del lado de la sociedad, donde veo la injusticia, el dolor, la necesidad. Donde veo a personas de bien luchando cada día, trabajando duro para llevar comida a casa. Donde veo gente realmente buena ayudando a animales y ancianos abandonados, defendiendo a animales maltratados. Pero también veo una sociedad que castiga y destituye a los corruptos del poder, solo para reemplazarlos por otros. Porque, desafortunadamente, los corruptos controlan el poder y no permiten que personas honestas lleguen a él.

Por eso, las candidaturas ciudadanas enfrentan tantas barreras y trabas, tantos obstáculos como las rejas de nuestras casas, donde los políticos corruptos nos tienen atrapados en la ingobernabilidad del país. Porque la delincuencia organizada incluye tanto a sujetos violentos como a políticos corruptos. Van de la mano.

El paternalismo es el arma que el político utiliza para destruir a la sociedad. Para hacerla dependiente, inútil, para paralizarla y mantenerla alejada de la población económicamente activa. Les da el pescado para que sigan comiendo de su mano. A ellos no les importa la gente, solo les interesa mantenerse en el poder y buscar nuevos negocios oscuros para beneficiarse del erario público.

Por eso es crucial que como sociedad, exijamos a quienes buscan cargos políticos (gubernaturas, alcaldías, diputaciones locales o federales) no solo sus propuestas de campaña, sino también el origen del presupuesto para cumplir esas promesas. Así podremos discernir entre mentiras y verdades, entre promesas vacías y estrategias políticas y económicas bien diseñadas.

Exijamos y vigilemos sus acciones antes, durante y después de su mandato. Recuerda que ellos son nuestros empleados y es inaceptable verlos disfrutar de lujos mientras los ciudadanos luchan para llevar comida a casa, educar a sus hijos y garantizar la salud de sus familias.

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Silvia Núñez Hernández

Licenciada en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, directora general y columnista. Sustenta su trabajo, tras 23 años de ejercicio periodístico adquirido en diversos medios de comunicación situados en el estado de Veracruz. Su principal objetivo dentro de su carrera profesional es ofrecer a la ciudadanía una editorial ética y objetiva. Un espacio donde los temas sociales y políticos, son analizadas con una visión crítica, con la finalidad de mostrar una perspectiva sustentada y razonada sobre la problemática social de Veracruz y de la República Mexicana.

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